Tristan Tzara: La rebelión de lo absurdo

11.08.2024

Belén Jasche - Educadora social y cultural


A Tristan se le ocurrió la idea de abrir un diccionario y clavar la punta de un cortapapel en una palabra aleatoria, dada. Así es como el dadaísmo o el movimiento antiarte nació, se desarrolló y evolucionó. No sabían, en aquel momento, que acababan de hacer historia

El 19 de abril de 1896 nacía Samuel Rosenstock en Moinești, Rumanía. Mejor conocido cómo Tristán Tzara, es uno de los padres del dadaísmo, o del movimiento antiarte que todos conocemos. Un movimiento que era el reflejo de una actitud nihilista, que daba valor a lo absurdo, a jugar con la intuición y lo irracional; pero primero, vamos a conocer cómo nace, se desarrolla y evoluciona el dadá. 

Volvamos a Tristán, conocido ampliamente por ser rumano judío, contaba con una brillante mente que impresionaba a cualquiera, por lo que prácticamente desarrolló su vida en París; un lugar donde la inspiración el arte y la emoción estaban al alcance de cualquiera, hasta que estalló la I Guerra Mundial y decidió trasladarse a Zúrich. 

Foto: Henri Martinie/ Roger Viollet via Getty Images
Foto: Henri Martinie/ Roger Viollet via Getty Images


Vamos a Zúrich, es 1916 y Hugo Ball, un poeta alemán, y su mujer, Emmy Hennings, cantante, poetisa y novelista alemana, acaban de fundar el Cabaret Voltaire. Un lugar que será la cuna de la reivindicación política, literaria, musical, etc. Que además será frecuentado por el propio Tristán y allí será donde rompa los esquemas y se desarrolle en los ámbitos más determinantes que dieron paso a grandes cambios en la historia del arte. 

Este movimiento no lo llevó a cabo él solo. Harto de cumplir con los esquemas, los bodegones y la guerra, decidió unirse a Hugo, Hans Arp y Marcel Janco. Juntos decidieron que el nuevo movimiento artístico debía ser aleatorio, no tendría que tener sentido alguno y podría desarrollarse en cualquier ámbito. Para poder nombrarlo, a Tristan se le ocurrió la idea de abrir un diccionario y clavar la punta de un cortapapel en una palabra aleatoria, dada. Así es como el dadaísmo o el movimiento antiarte nació, se desarrolló y evolucionó. No sabían, en aquel momento, que acababan de hacer historia

Al principio decide oponerse al positivismo y habla de levantarse para "protestar contra la locura actual"; viviendo a través de los ojos del horror en plena Primera Guerra Mundial, inició su revolución a través del arte. ¿Su método principal? La experimentación. Animó a todos los artistas del mundo a rebelarse y dejarse llevar por lo absurdo; la poca técnica refrescaba el movimiento artístico, abriendo un camino de luz. Criticar y oponerse a todo orden establecido en el arte y al sentido común burgués predominante en esa época era todo cuanto Tzara quería.

Entre tanto, László Moholy-Nagy empatiza con su movimiento y mezcla sus técnicas para crear fotogramas experimentales; las luces, los colores, la repetición, todo era algo nuevo, una novedad, y los artistas comienzan a interesarse cada vez más. Si hoy en día adoramos el surrealismo de Dalí o Magritte, se debe a que años atrás tuvimos a personas como Tristan que decidieron romper con los estándares y estereotipos marcados y alabados en la historia del arte.

Tristan, en una de las múltiples ocasiones que conversó con otros artistas en el Cabaret Voltaire, dijo que este movimiento artístico daría lugar al nacimiento de otros, que crearían algo puro y fue tal que así. Varios años más tarde tendríamos delante de nuestros ojos el surrealismo, futurismo y arte conceptual

Poco después de acabar la guerra y con lo absurdo como bandera, vuelve a París y consiguió inspirar a los más grandes de aquella época; entre ellos, a Man Ray, quien logró hacer autocromos con tachones, colores e incluso los descartes pasaban a ser la obra principal. Un ejemplo de esas obras es un fotograma de Luisa Casati que llegó a ser un descarte por un movimiento desafortunado de la marquesa, y que posteriormente fue recuperado cuando el movimiento per sé, en la fotografía, se puso de moda. La Marquesa Luisa Casati fue una excéntrica y adinerada mujer que vivía como una encarnación del dadaísmo. Arruinó su fortuna asistiendo a fiestas con extravagantes atuendos, cabello pelirrojo, animales exóticos, bebiendo el mejor vino de Italia y rodeada de renombrados artistas; era inspiración pura, según decían. 

No fueron los únicos; en esa época, la experimentación se presentaba como una nueva oportunidad y Raoul Hausmann y Marcel Duchamp supieron verla. Así, saldrían a la luz obras satíricas, absurdas, reales, vivas y únicas. De hecho, Duchamp logró que L.H.O.O.Q. se convirtiera en un emblema del dadaísmo y de sus obras. Creada en 1919, es una réplica de la Mona Lisa con un bigote y una barba dibujados. Magritte, un hito del surrealismo, se ve envuelto en este movimiento y deslumbra con su pintura, otorgándole una visión más limpia y clara. 

'Retrato de Tristan Tzara', Robert Delaunay (1923). Museo Reina Sofía.
'Retrato de Tristan Tzara', Robert Delaunay (1923). Museo Reina Sofía.

Otra de las grandes artistas satíricas de la historia que podemos encontrar es Hannah Höch, quien comienza a arrancar imágenes de revistas y hacer sus propios fotomontajes. Tristan estaba cada vez más entusiasmado y, finalmente, creó la obra literaria que sería la cúspide de su carrera, el Cabaret Voltaire. El movimiento se siguió desarrollando poco a poco; el mundo había evolucionado y tanto Tzara como los fundadores del Dadá estaban más que satisfechos. Tristan, con el paso del tiempo, publicó varios de sus libros en diferentes editoriales; destacar que muchos de ellos en principio fueron desestimados, aunque, por ejemplo, en la revista Surrealismo llegaron a publicar varios fragmentos de dichos libros. 

A finales de 1929, se unió al recién inaugurado movimiento surrealista de André Breton, Louis Aragon y otros autores. Esforzándose por conciliar las doctrinas nihilistas y sofisticadas del movimiento con su afiliación marxista, participó activamente en el desarrollo de métodos de escritura automática, como el collage y el cadáver exquisito. De esta época data su libro L'Homme approximatif ("El hombre aproximativo", 1931). En el 47 se afilió al Partido Comunista Francés, hasta el 56, cuando las tropas soviéticas invadieron Hungría, que decidió desligarse. A partir de ese momento, veríamos una lejanía del autor hacia el arte y la literatura, sin embargo, nos concedería el honor de revolucionar la historia para siempre. 

"Breton se creía un gran hombre, se había forjado una leyenda que defendía a capa y espada. Tzara huía de todo lo que sonase a fosilización". Madeleine Chapsal.

Comentar toda su vida sería un despropósito; ha sido tan larga que podríamos estar escribiendo durante un mes sin parar. Aunque sí que habría que destacar que apoyó la Segunda República Española, que fue un comprometido con las causas políticas, que llegó a casarse con una millonaria y preciosa mujer, Greta Knutson, con quien tuvo un hijo, Christophe Tzara. Mantuvo relaciones diplomáticas con muchos artistas, se inspiraba, inspiró a otros y otras, y desarrolló un personaje a lo largo de la historia que fue completamente absurdo, como su vida misma. Tristán se hizo hueco e hizo una mella dentro de la historia. Es uno de los eternos olvidados que me encanta recordar, porque pudo llegar a ser polifacético y a la vez adiestrado dentro de la política social y estructural, a pesar de estar metido en el arte, la literatura, etc. 

Parler seul poème Tristan Tzara (1950), Joan Miró. Vía MAMCS
Parler seul poème Tristan Tzara (1950), Joan Miró. Vía MAMCS

Muchos hombres y mujeres que llegaron a entrevistar a Tristán se sorprendían con sus palabras, con su forma de actuar y de ser. Con el paso de los años, había formado una pequeña enemistad con Breton, que se había vuelto bastante notable en el ámbito público. Por eso me gustaría destacar las palabras escritas por Madeleine Chapsal, la última entrevistadora de Tzara: "Breton se creía un gran hombre, se había forjado una leyenda que defendía a capa y espada. Tzara huía de todo lo que sonase a fosilización". Finalmente, Tristan había forjado una imagen dentro de la historia del arte; hoy en día, todos lo recordaremos siempre con su monóculo en el ojo derecho, sus aires de sabiduría y sus ganas de perpetuar su historia. 

Los últimos años de Tristán no iban a ser menos absurdos, aunque alejado del arte, corre una historia a través de múltiples testigos que comentan que hasta su fallecimiento fue un absurdo, en un prostíbulo de París, el 25 de diciembre de 1963, a la edad de 67 años .